Hace cinco años murió Augusto Monterroso. Para mí uno de los escritores más importantes de la literatura latinoamericana del pasado siglo y uno de mis favoritos. Se le menciona menos que a otros porque si bien escribía mucho, tiraba a basura casi todo y adoraba los textos breves. Defendió siempre una especie de ecología de la calidad que lo llevó a no querer contribuir a la excesiva contaminación literaria de novelas malas, poemas pésimos y cuentos mediocres. Fue él quien acuñó el famoso aforismo “Poeta: no regales tu libro; destrúyelo tú mismo.(Y se lo atribuyó a su heterónimo Eduardo Torres)

Sucede que el gran escritor guatemalteco dejó un legado valioso. Recuerdo que hace 6 años nos permitió apenas ver algo de su biblioteca en una de las visitas que le hicimos a su casa en Chimalistac en la capital mexicana. Entre otras cosas nos mostró con orgullo una de las muchas versiones príncipe que fue atesorando durante su vida de El Quijote. Hoy me entero por una deliciosa crónica de JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS en El País, que la Universidad de Oviedo se encuentra organizando su legado:

14 enormes cajas de madera, unas cinco toneladas en total, que llegaron hace un mes desde México. Su viuda, la escritora mexicana Bárbara Jacobs, acaba de donar a la Universidad asturiana la biblioteca y el archivo personales de su marido y mañana inaugurará en ese mismo edificio una muestra destinada a presentar la donación.

Yo recomiendo la lectura completa de la historia de su legado porque contiene detalles curiosos de un cronista que al parecer conoce muy bien al escritor guatemalteco y que (utilizando toda la malicia y el humor monterrosianos) logra armar y cerrar muy bien la nota celebratoria de cómo el legado de Monterroso va a ser cuidado y estudiado en un centro académico que quiere honrar su memoria. Me alegra mucho saber que su biblioteca, manuscritos y apuntes estén ahora disponibles para el público y los especialistas de todo el mundo.

Entre otras anécdotas anti-solemnes cuenta la que le da título a mi entrada:

“Un día está uno tranquilo leyendo en su casa cuando llega un amigo y le dice: ¡Cuántos libros tienes! Eso le suena a uno como si el amigo le dijera. ¡Qué inteligente eres!, y el mal está hecho”.

Este artículo fue publicado el Miércoles, Abril 16th, 2008 a las 13:11 y esta categorizado bajo Celebraciones, Recomendaciones, Arte, Cultura, Latinoamerica, educacion, vida integral, literatura, humor, invitaciones, retrato documental. Puedes seguir las respuestas y comentarios a este artículo a través del feed RSS 2.0 . Puedes dejar un comentario, o hacer un trackback desde tu sitio.