Los blogs: territorios sin tierra
Uno tiene su corazoncito. Algunos dirían que el mío está muy escondido pero se equivocan. Lo digo porque estoy muy conmovido y agradecido. No solo con la cantidad, sino con la calidad y calidez de los comentarios que acabo de recibir con motivo de mi entrada de ayer, después de un silencio repentino y largo que marcaba mi regreso por estos “pagos” (como dicen en Argentina).
Me emociona pensar en mi blog y en las bitácoras de mis contertulios como territorios sin tierra. Como espacios que sin ocupar espacio nos ocupan el alma o el espíritu. Como naves extrañas, autosostenibles y frágiles que pueden perecer por cualquier razón fortuita: una enfermedad, una depresión, muchas ocupaciones o el desánimo.
Tambien como habitaciones que poblamos de palabras e imágenes, fugaces y a la vez duraderas.
David Sasaki me decía en estos días que lo fabuloso de esto es que los archivos digitales recuerdan mucho más de lo que nuestra memoria humana alcanza a registrar. Esta idea le surgió raíz de que estuvo buscando un correo mío y se encontró con todo el historial de nuestros intercambios que datan mucho más meses y años atrás de lo que nosotros dos recordamos. Es como si el correo de repente nos informara de que somos “hermanos digitales” desde antes de que nos re-conociéramos.
Me siento feliz de regresar a mi OtextO a los enlaces de mis contertulios, a escudriñar los comentarios de las personas a quienes sigo y visito con gusto y asiduidad. Es como un mundo social expandido que yo no cambiaría por ningún Second Life, Facebook o cualquier otro novedad semejante. Aquí hay algo con lo que me identifico. No tanto como individuo sino como parte de un conglomerado abierto, flexible y dinámico.
No todo el mundo nació para tener una bitácora o mantener un fotoblog. Pero algunos hemos hallado en esta herramienta un hogar abierto y acogedor a la vez que una especie de nave que nos dirige y estimula a encontrarnos con lo mejor de nosotros mismos y con otros muchos semejantes con los que jamás hubiéramos podido soñar que entraríamos en contacto.
Así que gracias Joan Guerrero, Sonia Tejada, Catalina Restrepo, Alexander Rojas, Andrómeda Velut Lua, Carlos, Zeitan, Germán Quimbayo, Mauricio Duque Arrubla, O-lu, Fabián, Lully, Consuelo y Calígula.
Enero 20th, 2008 at 7:57
Eso sí. Esto es tu hogar. Bienvenido y gracias, sobre todo a tí, al cual muchos seguimos tus pasos con vehemencia.
Enero 20th, 2008 at 21:33
Los blogs podrían ser considerados, por analogía, como nuestra otra morada. Me gusta esa idea. Si tu no estás, nosotros, tus vecinos estamos pendientes de ella dándole una vueltica de cuando en vez. Tenemos nuestros tiempos, tenemos nuestras prioridades pero nada ni nadie debería impedirnos volver.
Enero 20th, 2008 at 21:57
Querido amigo, una alegría reencontrarte en este espacio multinacional que es la blogosfera. Para quienes tenemos como territorio el ancho mundo, las bitacoras de los amigos, son cafés, esquinas de conversación, reflexión…
Un sentimiento egoista me dice que te diga que sigas llamándonos la atención sobre diferentes textos y situaciones, porque pasar por aqui es una ventana a historias que quedarían calladas si tu, no les pones el tilde .
Por otro lado la posibilidad de que tu mano, talento y amplia formación sean la puerta que se abre para que otras personas puedan echar a volar, me lleva a invitarte a que les ayudes a emprender el viaje, aun cuando eso significa verte,leerte,encontrarte por aqui con menos frecuencia.
Porque sabiendo de tu buen hacer, seguro que reconoceremos tus palabras en esos nuevos territorios que se abran.
Un abrazo enorme.
Enero 22nd, 2008 at 3:12
Es un hogar sin duda apreciado Álvaro. La blogosfera es fascinante. Da gusto leerte así. Todo esá dicho.
Un abrazo cálido para tí!
Febrero 2nd, 2008 at 17:13
No abandones Otexto, para muchos es un lugar cálido.
Me alegro del regreso.
Febrero 10th, 2008 at 3:27
No tengo que agregar nada. Me emociona ver la solidaridad, el afecto y el respeto que te tienen/tenemos. Solamente diré que tu voz es una de las indispensables porque la cordura con la que nos regañas y, a la vez, la piel que le metes a todo nos contagia de optimismo y hace que todos queramos subir a La Loma y abrazarnos con ese país que tenemos olvidado.
Gracias por todo y por seguir en esta nave llamada blog donde algunos ya tiramos las anclas.