Sacrificar lo de muchos, para beneficiar a unos pocos

Según Paulo Laserna en un alarmante artículo en El Tiempo de hoy, es muy posible que el gobierno actual sacrifique la producción de televisión netamente colombiana; la única industria cultural sólida del país; para poder llegar a un acuerdo con Hollywood, en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) que se están llevando a cabo en estos momentos.

Nuestra televisión tiene hoy una capacidad tal que permite a los canales nuestros exhibir en el “prime time” programas colombianos en un ciento por ciento. Sin embargo, los negociadores del Gobierno y los partidarios del TLC no lo consideran conveniente, pues no piensan en el futuro de las familias que dependen de la televisión, ni en las consecuencias económicas de una menor exportación de programas, ni en la pérdida de nuestra identidad cultural colombiana.

Un peligro idéntico se cierne sobre el cine colombiano (que nunca ha podido ser una industria estable y próspera como la Televisión). Porque las grandes distribuidoras norteamericanas solo están interesadas en extender sus mercados y van a intentar suprimir todos los apoyos y subsidios que la Ley del Cine ha dispuesto, para un desarrollo vigoroso de un cine nacional independiente y de calidad.

Como lo dijo Daniel Samper en reciente columna: “Estados Unidos aspira a quebrarle el mercado interno a la industria cultural de nuestros países. Para ello, aspira a que el TLC rebaje aún mas las barreras de protección que en medio del cuasi-monopolio norteamericano, todavía permiten medio respirar a las telenovelas, el cine y otras manifestaciones de nuestra identidad“.

Estoy de acuerdo con Laserna cuando dice que Colombia (y los otros paises latinos que ahora están negociando estos tristes tratados) deberían adoptar la posición que adoptó Canadá de excluir a la cultura, de cualquier tratado de “libre” Comercio.

12 Responses to “Sacrificar lo de muchos, para beneficiar a unos pocos”

  1. Fabián Says:

    Está muy bien la propuesta de Canadá.

  2. Álvaro Says:

    Cierto Fabián, porque los productos culturales de cada etnia o nación no son renovables, ni pertenecen a lo meramente industrial. No deberían estar sometidos a los meros vaivenes del mercado.

  3. zenia Says:

    ¡QUÉ VORACIDAD¡

  4. El Mal Ladrón Says:

    Triste es el mejor calificativo para estos tratados. Me gustó su blog y, aunque ya lo dije en el mio con mayores explicaciones, usted hizo el diagnóstico más preciso sobre mi discusión con Jorge Ruiz.
    Por aquí seguiré pasando.
    Un saludo

  5. Álvaro Says:

    ¿Qué puede esperarse de negociaciones entre países cuyas economías son tan desiguales? Muchas derrotas para los débiles. Canadá a pesar de ser un país pequeño en población, por tamaño, actitud civilista y transparencia política interna, ha podido forcejear mejor su posición con ese Mamut que tiene de vecino.

    Pero nosotros los del Rio Grande para abajo estamos más expuestos… en gran parte porque quienes mandan en nuestros países tienden a ser los mismos que se han lucrado privadamente de arrodillarse ante los más poderosos para sacar tajada, sacrificando a las mayorías.
    Gracias Mal Ladrón por tu visita.

  6. Vicente Torres Says:

    Es triste que tarde tanto en comenzar a rodar la tan ansiada Unión Latinoamericana.
    Saludos.

  7. zenia Says:

    SALUDOS ALVARO: Sí, el pez grande se traga al chico. Me imagino un tiburón ingiriendo una sardina. Lo peor es que no será una sola. Aunque en el continente han sido amplias las protestas contra los tratados.

  8. Álvaro Says:

    Vicente: Europa ya mostró el camino, o sea que cada vez es menos utopía dicha Unión, pero está lejos, porque no le conviene PARA NADA al vecino del norte y creo que parte de su estrategia es bloquear cualquier intento de integración entre nuestros países. ¿No crees?

    Zenia: como dicen ustedes en Cuba: “no e’ facil”

  9. daniela Says:

    por dios, Simón Bólivar debería estar vivo…

  10. Álvaro Says:

    Daniela, entiendo tu hondo suspiro. El panoramo es desolador.
    El único consuelo es saber que las ideas de Bolívar no han muerto.

  11. Adriana Says:

    Sinceramente yo no creo que las industrias culturales deban ser excluidas del TLC. Lo que que si hay que hacer (aunque es un poco tarde ya) que los “intelectuales” participen en la discusion, de otra manera quien va a defenderlas? Los economistas? Los abogados?
    POr supuesto que no desconozco que la “naturaleza” del TLC le deja el lado ancho del embudo a los Sres del Norte, pero con riesgo a sonar cinica, diria que si esas son las circunstancias pues hay que entrar en el juego. Canada puedo excluir el tema de la agenda porque sus industrias culturales tienen poder economico, cosa que en Colombia no pasa. En fin, es mi opinon despues de haberme pasado leyendo mucho sobre un estudio que estan haciendo en Mexico sobre las telenovelas en el contexto del tratado de libre comercio que firmo Mexico hace ya unos anos.

  12. Álvaro Says:

    Yo discrepo, Adriana. Porque barrerían aún más con la poca producción de TV y Cine que existe. Habría que barrer con la ley del Cine que tanto tiempo tomó consensuar, presentar y conseguir que el Congreso la aprobara. Y parte de ése trabajo fué hecho por los intelectuales y los creadores. Claro que no solo ellos lo hicieron, se necesitó el concurso de muchos otros.
    De todos modos me interesa tu punto de vista. Y tus argumentos. Porque entrar en el juego porque tocó, no me parece muy fácil de sustentar. Si Canadá marcó una pauta, otros pueden seguirla y ser tercos y empeñarse y no ceder en eso.
    Ahora yo no tengo la información que tu posees sobre México. Lo único que sé es que la producción mexicana de largometrajes es exigua ahora (creo que apenas 7 al año) pero el Ministerio exhibe cifras de docientas y pico. Lo que no especifican es que todas las otras son coproducciones o cosas que Hollywood filma allí con algo de personal mexicano y pasan dizque por mexicanas.
    Ahora ellos están probando que talentos tienen y muchos… pero se están teniendo que ir para los Yunai: 21 gramos y Cuarón dirigiendo Harry Potter son el ejemplo más triste de la fuga de los imagineros.

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