La muerte de Miguel Escobar Calle

images1.jpgLa muerte de un ser querido es un golpe que cuesta asimilar. Desconcierta y duele mucho, sobre todo cuando uno sabe que la persona está en la plenitud de su vida y por tanto no espera tal noticia.
Hace pocos días murió Miguel Escobar, un ser cordial y de una amabilidad incomparable. Lo conocí desde mi época universitaria donde él sobresalía con su pasión por el conocimiento y una personalidad generosa, amigable y gentil. Miguel era una especie de biblia en los temas que dominaba. Era además un lector voraz a quien uno podía siempre consultar si tenía dudas o andaba a la caza del nombre de algún artista, un nombre olvidado o un libro escaso.

Dedicó su vida a la cultura y su repentina partida nos deja una ausencia en el corazón y los afectos por tratarse de un ser multifacético: escritor, bibliófilo, ensayista, ratón de archivos, historiador y amigo sin igual. Sus dos campos de investigación favoritos fueron la literatura, la fotografía y la caricatura, especialmente en la región antioqueña.

Dejó artículos memorables. Me encontré uno de ellos en la red que quiero compartir con ustedes en su honor. Es una fabulosa y breve semblanza del gran artista y caricaturista que fue Ricardo Rendón, cuyo subtítulo resuena de manera especial en estos momentos: Una ausencia temprana.

Actualización de hoy domingo 28 de septiembre:
Dado que mi nota es muy breve y no quedé muy contento con ella, quiero hacerle un homenaje a Miguel y añadir más información sobre él, transcribiendo un trozo importante del excelente obituario que acabo de encontrar en El Colombiano escrito por el intelectual notable y columnista Ernesto Ochoa Moreno:

Miguel Escobar fue el fundador de la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto, que arrancó con la donación, en 1984, por parte del Banco de la República, de 1.500 obras de autores antioqueños y unas mil revistas viejas, comprados por esa entidad al bibliófilo Bernardo Montoya. Miguel organizó la sala, de la que fue después curador por muchos años. Ese era su mundo: la literatura antioqueña y las revistas y periódicos aparecidos en nuestro departamento desde finales del siglo dieciocho y principios del diecinueve. De esa labor de ratón de biblioteca y husmeador de archivos, nacieron su pasiones intelectuales: el estudio y la divulgación de los Panidas, en especial León de Greiff, cuya biblioteca, junto con la de Otto de Greiff reposan en la Piloto gracias a los desvelos del amigo desaparecido; el conocimiento de los caricaturistas antioqueños de los años 20 y 30 del siglo pasado (Rendón, Pepe Mexía, etc.); su amor y rastreo de la fotografía en nuestra región, que lo llevó a rescatar y conseguir para la BPP colecciones completas de nuestros grandes fotógrafos.

Fue un degustador de libros, un acariciador de libros y, por supuesto, un apasionado editor de libros. Antes de entregarse a la Sala Antioquia, dirigió la Colección de Autores Antioqueños, que llevó hasta los cien números, con autores recuperados y con escritores nuevos. Aparte de esta colección fueron varias las obras que editó, acompañadas de prólogos y cronologías de su autoría (recuerdo “Una tesis” y “Salomé” de Fernando González), aunque no publicó, que yo sepa, ninguna obra exclusiva suya. Tal vez porque no le dejaban tiempo sus otros intereses intelectuales, tal vez porque tenía repugnancia a aparecer, a ser el centro de la atención. Y porque prefería ayudar sin egoísmos a los demás, aun regalando sus pistas y hallazgos cuando sabía que podrían servir a otro investigador, a otro escritor.
Ernesto Ochoa Moreno

Puede leer el obituario completo

2 Responses to “La muerte de Miguel Escobar Calle”

  1. EnMinutos-Rd Says:

    HOLA PASANO POR AKI Y DEJANDO HUELLITAS DESDE http://enminutos-rd.blogspot.com/

  2. Ojo al Texto » Blog Archive » Elogio de los amigos Says:

    […] En el blog de Carlos Uribe de los Ríos, me encontré apenas ayer, el artículo: Migue, el irremplazable. Y decidí hacer una excepción. Tengo por costumbre evitar el pegar y copiar entradas completas de otros blogs. Pero ésta despedida y a la vez breve crónica de dos vidas, me pareció tan bella, que no puedo más que reprducirla en su integridad: […]

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